EL MAESTRO Y LA APRENDIZ
Despertaba en ella el olor a sensualidad, solo era una pequeña flor en el inicio de la primavera asomaban los brotes de sus pecho mientras que sobre su cama empezaba a enfriarse el calor de sus muñecas.
Una tarde palabras de miel cayeron sobre sus oídos traídos por la madurez de un hombre; ella ignorante al amor y al deseo dejo que la noche desnudara su cuerpo y la mañana la entrego mujer entre sus brazos.
El un artista conocedor de ciudades, de vinos, de música le enseño cuanto sabia, el paso de los años iba marcando sus sienes con un blanco eterno. Era amor, era deseo entre los amantes que aprendieron a vivir con la palabras crueles y discriminatorias que incitaba su pasión.
La lluvia la entristecería por siempre porque fue esta quien la acompaño durante su entierro durante todo el día lloro sobre la tumba de su amado, apenas tenia 21 años y caminaba con la soledad por aquellas calles llenas de miradas que la reprochaban.
A su puerta tocaron mil amantes atraídos por su juventud y belleza, pero nunca más hubo amor y deseo sobre su cama.
Lo único que dijo fue No me dejes, no me dejes y nunca más se volvió a escuchar sus voz.